31 de julio de 2010

Supongo que eso es el talento

Tiempo pequeño. Brevedad en los buenos momentos. Los que te acompañan desde que tienes uso de razón y que sueñas con que no se terminen. Todo se pasa más rápido cuando se disfruta. Cada uno tenemos nuestros ídolos e iconos que permanecen siempre, que nunca se van. Mientras Zinedine Zidane y Carlos Goñi son los míos, Thierry Henry forma parte de esa habitación de ilustres en la mente de muchos. Su pasado queda grabado para el futuro de nuestra vida. Cuando su momento termina, podemos presumir con orgullo de haberlo disfrutado. Quiero que sea un recuerdo que no olvidaré.

Ahora que ellos no están, acaban de cumplir 20 años en el mundo que aman o se encuentran a punto de irse, la melancolía de sus éxitos conseguidos aumenta. Cualquier tiempo pasado siempre fue mejor. Es inevitable recordar cada dulce toque al balón de Zizou. Al igual que el gol de Henry en el Santiago Bernabéu, que permitía soñar un año más con la Champions League. Y acudir a Tu noche y la mía es obligatorio si se habla de Revólver, uno de los primeros éxitos de Carlos Goñi. Si valió la pena o no, el tiempo dirá. El tiempo ya ha opinado para mí. Decir que mereció la pena sería quedarse corto. Hace unos meses, en Ecos del Balón escribieron sobre Ronaldo Nazario. Me voy a tomar la confianza de citar el título al estar totalmente relacionado: El sueño se acaba, sólo queda la leyenda. Supongo que eso es talento.


Sigo siendo el mismo hombre, con algunos años mas. A sus casi 33 años (17 de agosto), Thierry Henry ha decidido compartir el final de su carrera con los Estados Unidos. Los New York Red Bulls extendieron sus manos y le abrieron el camino a una retirada adinerada. De ganar un Mundial con 20 años a ridiculizar a un país -por el juego mostrado de su equipo- con 32. He buscado por las calles donde fuimos más que nadie. Después de formar parte de una generación francesa inolvidable, clasificó a los suyos para el último mundial con una jugada que recorrió cada rincón deshabitado. Es lo que es, hay lo que hay.

El ojo de Arsene Wenger no pasó inadvertido tras ver al joven goleador del Mónaco y la Juventus. En Highbury agrandó el mito. Creó la leyenda. Caminé con paso firme y decidido. Se convirtió en un objeto de deseo, en la definición perfecta de delantero efectivo. Lideró a su equipo a conseguir dos Premier League, así como dos Community Shield y tres FA Cup, además de innumerables premios individuales. El Arsenal de los Invencibles le debe mucho. Lo tenían todo. Pero le faltaba conquistar Europa. Quién no desea de lo bueno lo mejor. El Barcelona se cruzó en su camino. Y lo hizo de dos maneras opuestas: venciéndole en la final de la Champions League '06 y fichándole al año siguiente. Sin saberlo, el ladrón le había quitado un trofeo que le mostraría pocos meses después como propio. El peligro es el fantasma que planea.

Recibir el balón en carrera con dirección a la porteria rival. Levantar la cabeza y conducir por el costado izquierdo del campo hasta el borde del área. Pararse. Encarar al defensor. Salir con velocidad; ganar la posición. Observar. Analizar. Ejecutar. Disparo a ras de suelo con el interior de su pie derecho al palo largo largo del portero. Prototipo perfecto de un gol de Thierry Henry. Sello distintivo. Marca de calidad. No consigo olvidarme de tí. Supongo que eso es el talento.


Su estancia en Barcelona fue cuestionada, desde un principio, por falta de rendimiento. Cualquier tiempo pasado siempre fue mejor. Llegaba al Camp Nou siendo uno de los elegidos, de los mas grandes del momento. Pero se quedó lejos de emular sus años anteriores, a mucha distancia de todas las características que se le habían atribuído, incluso cumpliendo en cuanto a números se refiere. Aquí, dentro de este túnel, nuestro amor resistirá. A pesar de conseguir el trofeo que necesitaba en su palmarés, la Champions League en 2009, no era el ídolo y el estandarte de su equipo. En Londres era distinto. Añoraba su pasado. Si mueres por dentro, lo de fuera da igual. Posiblemente fuera esa deshidratación interna de juego la que le relegara a un papel secundario. Le adelantaban por la derecha. Y es que nada es más frágil que el equilibrio.

Es mejor caminar que para y ponerse a temblar. El jueves pasado debutó con su nuevo equipo, y lo hizo de la manera que siempre ha sabido: marcando goles. El asunto es agarrar en marcha el último tren aunque sea en el último vagón. A la larga, Henry será un grato recuerdo, imborrable para muchos, en nuestra memoria. El fútbol en general y el Arsenal en particular le están agradecidos. Si el destino quisiera hacer con los dos un lazo, me agarraré a su cintura y haré un nudo con mis brazos. Supongo que eso es talento.

13 de julio de 2010

Un talento sin mostrar, Lucas Leiva

Partimos de la base de que es imposible analizar un universo tan complejo y meticuloso como el del fútbol. Querer saber lo que ocurre en cada momento y en todos los rincones es físicamente imposible. Acercarse a la totalidad es el objetivo de los estudiosos del fútbol que no descansan en su deseo de conocer a cada uno de los practicantes de este deporte. El grueso de los seguidores, la mayoría de los aficionados, debemos crearnos nuestra propia opinión con respecto a lo que vemos, leemos y escuchamos. Si no tenemos ninguna de esas opciones, adoptamos el tópico de turno, desgraciadamente. Es realmente fácil acoplarse a una opinión ya creada. Tan sencillo como aprenderse las tres frases decisivas a soltar en el momento crítico. Nunca falla.

Llegamos entonces al concepto 'ojeador de Football Manager'. Dícese del aficionado de a pie que cree saber absolutamente todo de cada jugador conforme a unas características atribuídas de forma numérica sobre sus cualidades como futbolista. Si tiene 18 sobre 20 en velocidad, diremos que es un jugador muy rápido. Si su potencia en tiro es de 17 sobre 20, podremos esperar un certero lanzamiento lejano. El conocimiento falso que se adquiere es utilizado como verdad universal en cualquier tema a tratar. Analistas del fútbol y conocedores de este deporte como tal hay muchos, pero ojeadores relativos hay aún mas. La opinión personal siempre es bien recibida, siempre y cuando venga coherentemente apoyada por una experiencia anterior.

El porqué de esta reflexión radica en las posteriores injusticias. Criticar es muy fácil. Y todavía más cuando ni te influye y todos te van a creer. Para opinar, sobre cualquier asunto, hay que conocer el tema a tratar. Por tu bien, nada más. Porque luego llega el momento en el que tienes que exponer conocimientos sobre algo que no alcanzas, y te toca decir el tópico que has considerado mas apropiado. Pasa con los futbolistas. Pasa mucho. Y las injusticias (que pueden llegar a ser justas si de verdad se tiene la experiencia para opinar) son innumerables. Como, por ejemplo, el auténtico motivador del día de hoy: Lucas Leiva.


Ejemplo perfecto de jugador ojeable en videojuego. Ahora, seguimos dos vías opcionales a la hora de crear una opinión. Primera de ellas: Apariencia elegante, atributos medianamente elevados, brasileño y joven; además, juega en un equipo europeo en una liga de primer nivel. ¿Buena carta de presentación, no? Segunda vía: Su equipo ha realizado una temporada cuanto menos decepcionante, sin llegar a puestos de Champions League; el juego ha sido mediocre y los críticos lo han tenido fácil para subirse al carro. La carta de presentación pasa a ser ahora contradictoria. Llegamos al punto en el que el ojeador relativo ha de decidir con cuál de ellas quedarse. Si se piensa bien, ambas respuestas serían decepcionantes. ¿Por qué coger una opinión que es general o que viene de algo irreal? ¿Por qué no crear tu propia opinión y fundamentarla con hechos? ¿Quién te va a creer ahora si dices que Robert Green es un buen portero después de ver aquella jugada contra Estados Unidos? Apunte importante: La opinión no se fundamenta viendo un único partido.

La titularidad de Lucas Leiva durante la temporada pasada vino motivada, en un primer momento, por la venta de Xabi Alonso al Real Madrid y, en un segundo momento, por el mal estado del tobillo de Alberto Aquilani, hipotético titular del equipo tan pronto como se encontrara en forma. Su juego ha sido tan irregular como el de su equipo: cierto. La imagen que se da al exterior es la que propone el equipo: más cierto todavia. La opinión del exterior, por lo tanto, es contraria a Lucas Leiva. Espera, ¿pero Lucas no era un buen jugador en videojuegos?


A partir de ahora, todo sera opinión, quede claro. Yo también hubiera preferido a Alberto Aquilani en cada uno de los partidos de liga del Liverpool. Yo también pienso que, por lo general, no se ha jugado bien durante la temporada -con lúcidos momentos puntuales-. Sobre el pasado de Lucas Leiva en Gremio tengo información, pero no tengo opinión. Conozco detalles, pero no tengo hechos pasados que dejen constancia de ello. Mis comentarios se centran en su rendimiento con el Liverpool. Sus actuaciones, hasta ahora, son cuanto menos mejorables. Sin embargo, creo que él puede cambiar mi manera de pensar. Le defiendo porque se le critica injustamente en una gran mayoría de los casos. Su juego, sin llegar a ser el que todos esperaban, ha mejorado con el paso de la temporada. Quizás va a un ritmo lento y progresivo, pero va hacia delante. Un amigo me dijo a poco de terminar la temporada que el Liverpool podría pensar en Lucas como un recambio de Xabi Alonso a la larga, y salvando las distancias. No estoy de acuerdo en que le pueda igualar, pero defiendo el hecho de que cada jugador debe de ser criticado por sus hechos.

El Palermo italiano ha realizado una oferta por Lucas Leiva de cinco millones de libras. La llegada de Roy Hodgson puede cambiar su camino futbolístico. La opinión creada en torno a él es de un jugador inservible para la elaboración del juego, inepto en el toque de balón, siendo el compañero de fatigas de Javier Mascherano. En sus manos está que todo se torne a su favor. Lucas Leiva es objeto de la opinion pública. Normal. Lo único que pido es que la opinión sea fundamentada. Con él y con todos.