27 de febrero de 2011

El sabor de una final

Birmingham, campeón de la Carling Cup 2011

"Puede que sea absurdo, pero aún no me he animado a decir que el fútbol sea un deporte maravilloso, y por supuesto que lo es. Los goles tienen ese valor que tiene lo raro. Me encanta el ritmo del fútbol, la inexistencia de fórmulas preconcebidas; me encanta cómo pueden los bajos contra los altos, los enclenques contra los fuertes, cosa que no ocurre en ningún otro deporte de contacto; me encanta que el mejor equipo no sea siempre el que gana, es sensacional la forma en que combina la fuerza con la inteligencia.

Permite que los jugadores parezcan realmente estéticos y lo hace de una forma que en casi todos los deportes resultaría imposible: un cabezazo en plancha perfectamente coordinado, una volea perfectamente conectada, permiten que el cuerpo alcance una postura y una elegancia que muchos deportistas jamás podrían exhibir.

Esto es algo que no se encuentra jamás fuera de un campo de fútbol. En todo el país, no es posible estar en ningún otro lugar y sentirse como si estuviera realmente en el centro de todo. Da lo mismo a qué discoteca vayas, a qué función teatral, a qué película, a qué concierto, a qué restaurante: la vida habrá seguido en marcha en otra parte, sin tener en cuenta nuestra ausencia, tal como siempre sucede. Pero cuando estoy en Highbury en un partido como éste, tengo la sensación de que el resto del mundo se ha parado, de que está congregado a las puertas del estadio, en espera de saber cuál ha sido el resultado.
"

Nick Hornby, 'Friebre en las gradas'.
Arsenal 1 - 2 Birmingham City

24 de febrero de 2011

Un 0-0 para ver a Smalling


En el momento en el que te dispones a ver un partido cuyo resultado conoces pierdes uno de los factores más decisivos del fútbol: la imprevisibilidad. Todavía es peor cuando el marcador ha sido un empate sin goles y no te queda otra solución que agarrarte a las actuaciones individuales como balanza de un encuentro con nula punteria y escasas oportunidades. Noventa minutos más tarde, te invade una extraña sensación de haber aprovechado el tiempo ante el jugador más llamativo en el escaparate del Velodrome: Chris Smalling.

En apenas veinte minutos de partido, el central del Manchester United ya se había anticipado hasta en tres ocasiones a Brandao. Llegado el descanso, Smalling únicamente había errado un pase en largo desde su campo. Y cuando el árbitro señala el final del encuentro, el joven inglés culminaba segunda parte impecable, rica en despejes de cabeza, brillante en salida de balón y fabulosa en cuanto a solvencia. Era el segundo examen de alto nivel en las últimas dos semanas: en el derbi contra el City sería injusto calificarlo por debajo del notable y en Francia hizo méritos para obtener un sobresaliente.

"Él hizo un trabajo excelente de nuevo, le gusta defender y dio una muestra de cómo está evolucionando", sentenciaba Ferguson, el cual había planteado el encuentro de un modo un tanto conservador. Se podría hablar del nivel que ofrece Gibson de titular, de por qué Rooney se pierde en el campo con tanta facilidad o de los pocos detalles que deja Nani cuando se le espera, pero ése era otro tema. Esta vez le tocaba a Smalling. Y se lo mereció.

23 de febrero de 2011

Tres por dos más uno


Ayer en Dinamarca, Carlo Ancelotti sentó a Drogba en el banquillo para alinear a Torres y Anelka (doblete del francés) como pareja de ataque. No sólo sorprendió que el marfileño fuera el sacrificado sino que el 4-4-2 que propuso el Chelsea era impensable en los pronósticos previos. Malouda quedó posicionado en la banda izquierda, como volante, y donde mejor rendimiento ha dado en estos dos últimos años -recordar su maravillosa primavera de la temporada pasada-, y Ramires se perfiló tímidamente por el carril derecho dejando toda la amplitud del campo a las subidas de Bosingwa. La victoria (0-2) frente al Copenhague no desvela ninguna pregunta a la hora de entender cómo se construirá un once donde puedan jugar Drogba y Torres.

A pesar del 55% de posesión de los daneses, el Chelsea no sufrió el peligro del gol. Al buen hacer de los centrales se sumó un partido notable de Essien y Ramires compaginando la recuperación del balón -que llegaba mánsamente a sus pies cuando Kvist y Claudemir eran presionados con un orden lógico-, además de la participación de Lampard entre la defensa y el ataque. La posición del internacional inglés, la decisión entre Ramires y Mikel, así como la organización del fútbol de Malouda, son las incógnitas secundarias tras el interrogante clave, que Ancelotti justificó como una administración de minutos: ¿Drogba-Torres, Anelka-Torres o únicamente Torres? Con el 4-3-3 con el que se nos había acostumbrado, todo hacía indicar que el trío atacante formaría con dos puntas y un enganche. Inteligentemente, Ancelotti parece haber descartado la opción ya que ni Malouda ni Anelka se adaptan a un lugar en el que Benayoun, todavía lesionado, quizás sea el que mejor se adapte.

¿Pero sería efectivo eliminar a Malouda del once del Chelsea? Barajando las alternativas que se manejan, y asimilando la necesaria titularidad de Malouda, Torres y Drogba, apostaría a una reconversión de piezas del 4-4-2 donde Essien sería indiscutible en un casi rombo formado por Lampard en compañía del ghanés y por Malouda y Ramires en los laterales dejando al fichaje de invierno, Torres, que haga pareja con Drogba. Vía libre para dos laterales ofensivos, Cole y Bosingwa, y un centro del campo físico. Tres delanteros en busca de dos puestos en torno a la adaptación de un sistema todavía sin asentar pero con la importante suma de Malouda en un lugar eficaz para sus cualidades. Tres por dos más uno.

21 de febrero de 2011

Dos contras perfectas

El contraataque como respuesta, como recurso ante una situación adversa. Una acción ofensiva fugaz, movida, combinada y sin ningún error que decide el resultado de dos partidos. La jornada de Champions League nos dejó dos brillantes muestras de cómo ejecutar una contra y decantar el resultado a tu favor. A pesar de obviar los detalles que difieren entre una y otra, la situación es prácticamente igual. Los encuentros en cuestión fueron el Milan - Tottenham y el Arsenal - Barcelona.


La contextualización en San Siro se resumiría a uno de los ataques locales (minuto 79), insistentes durante la segunda mitad, y a una defensa muy bien trabajada de los Spurs. Ibrahimovic intenta filtrar un pase que rompa la primera línea de presión del Tottenham pero se encuentra con el robo de Sandro (0'2"). El brasileño asiste a su referente, Modric, el cual gira su cuerpo en dirección al campo rival al mismo tiempo en el que Lennon acelera en su desmarque por la espalda de Ibrahimovic. El croata sortea con un leve toque la presión milanista y Lennon recibe el balón (0'4") en campo propio con espacio por delante: situación perfecta para explotar sus cualidades. En apenas seis segundos se ha pasado de un ataque rossonero a una contra favorable para los Spurs.

El movimiento de Nesta deja solo a Crouch

Escasos cinco segundos después, Lennon se encuentra frente a Thiago Silva al borde del área rival. Es un dos para dos: Lennon & Crouch y Thiago Silva & Nesta. El extremo inglés esquiva con un toque de balón a Thiago Silva (0'10") y Nesta intenta tapar el disparo en el área. Crouch queda automáticamente desmarcado en el punto de penalti, recibe el pase de Lennon y anota cruzando el balón (0'13"). Apenas pasan quince segundos desde el robo de Sandro y la definición de Crouch. Un espacio cortísimo de tiempo que bien puede haber definido una eliminatoria. La intercepción de Sandro, la recepción de Modric, el desmarque y la carrera de Lennon, su regate y la definición de Crouch. Maravilloso.


Situación muy similar la que se dio un día más tarde en el Emirates. En momento del encuentro parecido (minuto 82) al de San Siro, con un empate en el marcador y los cambios que se antojaban decisivos todos hechos, el Barcelona atacaba por banda derecha. El vídeo con el que se ilustra esta entrada muestra el momento exacto donde Koscielny se adelanta para interceptar un pase en área propia y asiste a Bendtner (0'2"), punto en el que comienza toda una sucesión de movimientos que se convierten en decisivos a la hora de programar el contraataque perfecto.

Cesc se libera y tres del Barcelona van al balón

En primer lugar, error clamoroso de los jugadores del Barcelona (hasta tres) que se van a tapar el pase de Bendtner (0'4") dejando a Wilshere una línea de pase limpia. Destacar el movimiento de Busquets, que abandona a Cesc, lo cual ya es peligro en esencia, y que será clave en la aceleración de la jugada. En segundo lugar, Wilshere recibe el balón y asiste al primer toque a un Cesc ya libre de marca (0'5"), el cual perfila su cuerpo en una media vuelta -visión fabulosa de la situación- para realizar un control orientado y enviar un pase en profundidad. Por último, Nasri, que ya había empezado su carrera cuando Bentdner recibe el balón (0'4"), recoge la asistencia de Cesc (0'10") al borde del área del Barcelona y se detiene para esperar la llegada de sus compañeros. Con un recorte se abre una línea de pase (0'14") y Arshavin define una contra de manual de fútbol (0'16").

3x1 del Barcelona y dos jugadores del Arsenal libres

El mismo tiempo tardaron el Arsenal y el Tottenham en fabricar una jugada de ataque en función de diversos movimientos perfectos. Ambas jugadas nos recuerdan a la famosísima carrera de Theo Walcott en Anfield en el año 2009 en unos cuartos de final de la Champions League, si bien, en esta ocasión, habría que enfatizar el mérito de desborde del veloz jugador del Arsenal.

20 de febrero de 2011

El dilema del descenso

El sentimiento de asfixia que provoca el borde del descenso es incomparable a ninguna otra resolución de una tabla clasificatoria. Si bien los puestos europeos estarán más competidos que nunca -cinco equipos optan a cuatro plazas y no hay siquiera favoritos para llevarse la Premier League-, el descenso abarca ocho puntos en apenas diez posiciones. Duelos directos, tensión en cada partido y no siempre dependencia propia. Sorprende ver a equipos como el Everton o el Aston Villa en las últimas posiciones pero es de suponer que con más o menos sufrimiento terminarán por solventar sus problemas.


En primer lugar, tendríamos un grupo formado por los equipos que terminarán la temporada sin pena ni gloria; unos por encima de sus posibilidades (Stoke City) y otros lamentando no haber empezado mejor (Everton, Aston Villa). Los de Tony Pulis son un ejemplo de cómo aprovechar una ideología de juego y exprimirla hasta el último punto. Tanto Everton como Aston Villa comenzaron siendo las sorpresas negativas pero la inercia les ha permitido coger ritmo. Los 'toffees' combinan su progreso en Premier con un impulso en FA Cup mientras que el Aston Villa sigue valiéndose del fichaje de Bent y de su propia cantera. También está el Blackburn, que ha explotado perfectamente sus recursos y, si todo continúa como parece, no tendrán problemas en mantenerse.

Existe otro grupo compuesto por Newcastle, Fulham y Birmingham, que la teoría dice que se terminarán salvando. El Newcastle debería vivir, no sin problemas, de la renta que consiguió con Carroll como delantero. Ahora, huérfanos de un referente, cada punto será un mundo para ellos. El Fulham se agarra a la inminente vuelta de Bobby Zamora y a la buena racha que han conseguido (8 puntos de los últimos 15) además del último empate frente al Chelsea, que bien pudo ser una victoria de no haber errado Dempsey el penalty. Por último, destacaría en el Birmingham el buen trabajo en el mercado invernal al hacerse con Bentley, el cual ya ha sido decisivo en dos partidos desde que juega en St Andrews. El jugador de banda está dirigido a entenderse a las mil maravillas con Zigic, que parece haberse hecho -por fin- con un hueco en el once.

La vuelta de Zamora se antoja primordial

Se presume inevitable que Blackpool, West Brom, Wigan, West Ham y Wolves se jueguen los puestos de descenso. Cinco equipos para tres posiciones. Tanto Blackpool como WBA, recién ascendidos, comenzaron el año de una forma inmejorable pero se han visto inmersos en una desastrosa racha de resultados a pesar del buen juego (no siempre bueno, pero sí atractivo, divertido) que los han relegado a la cola de la clasificación. El Wigan de Roberto Martínez lleva toda la temporada al límite de la permanencia, ocupando semanalmente los puestos que te llevan a Championship. Mucho tendrá que cambiar su dinámica, sobre todo en defensa. El West Ham es el caso de un equipo muy por debajo de sus posibilidades, sometido a un tira y afloja pero que no termina de arrancar; cada vez con menos margen. Parece que los fichajes el fichaje de Demba Ba, O'Neil, Bridge, además del buen rendimiento de Piquionne, Mark Noble o Scott Parker servirán como impulso hacia la permanencia. Quizás los que menos opciones tengan de permanencia sean los Wolves, colistas desde hace muchas jornadas, que sólo pueden imaginar la permanencia si los de arriba se entonan a final de año. Jarvis, O'Hara, Doyle o Milijas son la esperanza.



Apuesta de descenso: 18º Wigan, 19º WBA, 20ª Wolves.

16 de febrero de 2011

13 de febrero de 2011

El fútbol y lo intangible


Una de las virtudes más atractivas del fútbol, y a la vez más inalcanzable, es el valor intangible de muchas de sus facetas del juego; esa cualidad por la cual los aficionados quedan relegados a un segundo plano y apenas son capaces de comprender el porqué de las cosas. El aficionado no atiende a lo inmaterial que se cocina en un vestuario, se mantiene en una órbita paralela, hasta que los once jugadores cruzan la línea del campo y se conjugan con los miles de fieles que, de alguna manera, también buscan el mismo objetivo. No es normal que ocurra, pocos jugadores tienen ese estigma único que los diferencia de la multitud, y que dentro del grupo de elegidos todavía sacan a relucir su atributo diferencial. Resulta extremadamente difícil encontrar un futbolista capaz de hacer un esbozo del destino de su equipo mediante el sacrificio y la apelación a unos valores.

Uno se pregunta cómo explicar lo diferente, cómo establecer una comparación en una situación de semejante dificultad. Un resultado de 3-0 adverso frente a un rival directo por el descenso y jugando en campo contrario. Pocas pesadillas podrían comenzar de una manera tan dramática. Y es en el descanso cuando se fragua el momento decisivo, hasta diferencial, pero que pasa inadvertido para el resto de presentes en las gradas. Scott Parker, capitán del West Ham e icono indiscutible de un club desvirtuado, se disfraza de Churchill y modifica la actitud pesimista de sus diez compañeros de campo. "Al descanso, Scott Parker fue la inspiración en el vestuario. Cuando salí al campo le dije que me había motivado mucho", comentó Carlton Cole.

La situación sobrepasó lo previsible, se convirtió en motivador, en líder, en capacidad diferencial. Sacó a relucir su estigma único para convertir el partido en un objeto atractivo, en un objetivo posible. "Él estaba en el medio, nunca había visto algo así. A veces necesitas que tu capitán cruce los límites de este modo. Si tú estuvieras allí seguro que se te habría caído alguna lágrima". El West Ham cambió su cara, consiguó el empate a tres en la segunda mitad e incluso tuvo ocasiones de sobra para llevarse los tres puntos. Una reaparición conmovedora dirigida por un capitán cuya simbología supera a su fútbol. Una nueva acepción de liderazgo y otro capítulo en los milagros de Scott Parker. Perfeccionista de lo inmaterial, cuidadoso en la motivación y oportunista durante el partido. El valor intangible del fútbol es tan importante y tan decisivo que se trabaja en grupo, en el vestuario, para cambiar la dinámica de un resultado. La afición tiene ahora más motivos para seguir confiando en la permanencia.

7 de febrero de 2011

En dirección al éxito

A principios de la temporada pasada, Owen Coyle era el desconocido entrenador del Burnley, un inocente equipo recién ascendido a la Premier League. El técnico escocés, siempre con un aroma juvenil y una vestimenta deportiva compuesta por sus pantalones cortos y una sudadera con los colores de su club, dirigía al Burnley sin apuros por entrar en puestos de descenso mientras amarraban las victorias en Turf Moor conscientes de que su salvación radicaba en su fortaleza como locales. El éxito tempranero se hizo eco en Bolton debido a la mala racha de resultados y al pésimo juego mostrado por los 'trotters'. Optaron por la novedad para cambiar el rumbo del equipo. Owen Coyle fichó en Navidad por el penúltimo clasificado de la Premier League dejando su casa, Burnley, bajo control.


Como cualquiera que llega a un lugar nuevo, Owen Coyle empezó a redistribuir y a diseñar los nuevos trazos de lo que iba a ser su Bolton. Eligió seguir su propia ideología, se decantó por el buen fútbol y decoró su plantilla con jugadores hechos para la ocasión. Apostó por la juventud para salir del pozo, consiguió las cesiones de Jack Wilshere y Vladimir Weiss, y les dio la confianza para exprimir las posibilidades de permanencia. Organizó un equipo en función a sus cualidades y convirtió al Bolton en un lugar de toque, de precisión e incluso de atracción futbolística. Cada fin de semana era un motivo para ver la progresión de Stuart Holden, el paso adelante de Lee Chung Yong, las pequeñas dosis de Mark Davies o la consagración de Gary Cahill. Owen Coyle salvó a su nuevo Bolton mientras que el Burnley se ahogaba en el descenso con dirección a Championship.


Historias paralelas de un entrenador que continúa merecidamente en la máxima categoría entrenando al que fue el equipo revelación de la primera mitad de campeonato. Insistió en la juventud y fichó a Rodrigo, Marcos Alonso y, en invierto, también consiguió a Sturridge. La puntería de Kevin Davies y de Johan Elmander hizo las delicias del Bolton hasta el punto de ser un habitual de los puestos cabeceros. Pero ahora, con veintiséis jornadas disputadas, la pólvora parece haberse mojado ya que el sueco no ve puerta desde la jornada 16 y el internacional inglés no anota desde hace cinco partidos. Los datos muestran la cifra de tres goles del Bolton en los últimos cinco encuentros y una única victoria de los últimos siete. Por primera vez en la temporada, los 'trotters' suman más derrotas que victorias en el cómputo global.

Que un bache no traicione el buen camino que ha llevado un equipo durante un año entero, que un despiste no les haga sufrir en las últimas fechas y que un entrenador con tanta capacidad para moldear un equipo en función a sus necesidades sea valorado en las dimensión que merece. El Bolton de Owen Coyle.

4 de febrero de 2011

Puliendo las variantes

Al hilo de la contratación de Andy Carroll por el Liverpool y su valor potencial como delantero titular de Inglaterra me he detenido a fantasear con las posibles combinaciones de la selección inglesa a medio plazo. Varios nombres brillantes han aparecido al instante, opciones que pueden superar la actualidad y un futuro realmente esperanzador para cualquiera que tenga unas mínimas ilusiones de ver jugar a los que hoy apenas son casi veinteañeros. En alguna posición condicionado por los gustos y en otras rendido ante las evidencias, la siguiente imagen representa un once alternativo, complicado aún a día de hoy, que podría alinear la selección de Inglaterra en un plazo de años. Y tú, ¿a quién meterías?

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