12 de julio de 2011

El papel complementario

La historia del personaje secundario se relata en voz baja. Su tono acompaña a la melodía que predomina. En un plano distinto a la magnitud que engloba el protagonista, acostado sobre sus virtudes, plantea un papel que se antoja imprescindible para entender el todo. No son pocas las parejas que han trascendido por tener un compañero de su lado, distinto, que equilibra las comparaciones. Hablamos de Batman y Robin, de Don Quijote y Sancho, de Enrique y Álvaro Urquijo o de Springsteen y Clarence Clemons. El complemento, la pareja, realiza una operación cuyo resultado lo acerca a la nota máxima.


Recogiendo las migajas de los elogios con los que Charlie Adam ha alimentado su última temporada, David Vaughan ha conseguido hacerse un hueco en la foto que agrupa a los mejores futbolistas del Blackpool del año pasado. Adam era el protagonista. Nadie lo dudó y él aceptó el papel desde la la pre-producción, cuando nada había comenzado todavía. Tras el telón aguardaba Vaughan, sabedor de su papel secundario, envolviendo en 170 centímetros cantidades kilométricas de pases en largo, de combinaciones en un palmo o de asistencias invisibles. Se hizo propietario único de su personaje, quizás sólo él podía cogerlo, y se encomendó a su relación con Adam para rodar la película de la permanencia.

El equipo se cosió en los pies de Adam y se puso en marcha con la cabeza de Vaughan. Eran la pareja que decidía, los que ocupaban los espacios del terreno que te llevan a la victoria. El centro del campo era su cometido. La llegada y potencia de Charlie escondían la creación y maduración de David. Cuando Adam lanzaba la jugada desde su frontal y aparecía en el área rival para anotar el tanto, Vaughan apoyaba en primera instancia y se ocupaba del resguardo de su protagonista. Eran tareas distintas, complementarias al fin y al cabo, que llegaron a rozar la salvación.


El proyecto no se sostuvo con dos piezas talentosas y los brotes de genialidad no escondieron unos defectos que fueron perforados. Descendieron pero aprobaron, si se permite la contradicción. La nota final hizo el corte; los decisivos dieron un paso al frente y los rezagados no tuvieron elección. Adam marchó al Liverpool, como era de esperar, dejando huérfana una plantilla necesitada de un protagonista. Por su parte, Vaughan no quiso renovar y consideró que su papel había sido válido. De hecho lo fue, infravalorado y en la sombra, pero protagonizó al actor secundario que quiso perfeccionar la historia.

Queda alrededor de un mes para que comience de nuevo la competición. Vaughan ya ha decidido su futuro. El Sunderland, que vendió recientemente a Henderson, contrata al mediocentro galés a precio cero para reforzar su medular. Pocos fichajes motivan tanto como el que ejemplifica Vaughan. Un salto cualitativo, una presión mayor sobre un jugador que ha rendido en un contexto limitado. Tampoco es cuestión de exigir, el talento termina brotando ante cualquier descuido. Por suerte, podemos afirmar que el de David Vaughan, en su papel, está fuera de toda duda.

2 comentarios:

davidirracional dijo...

este paso por la real sin pena ni gloria.

veremos como se adapta a los black cats, lo mismo que adam al pool, hay muchos jugadores que necesitan sentirse importantes, o lideres para rendir, luego van a equipos superiores y siendo complementos no rinden, y no por falta de calidad, es otra historia...y ha habido cientos de ejemmpolos

Anónimo dijo...


I could not refrain from commenting. Well written!