En Francia, todo estaba alineado para un buen final. Se acogía el Mundial de fútbol en el año 1998 y se tenía una generación de futbolistas excelente. Se mezclaba experiencia, años y veteranía con juventud, proyección y una oportunidad inmensa. Junio y julio estaban a punto de asistir a un evento de repercusión internacional. Un evento que quedará en el recuerdo de muchos. Personalmente, mi primer Mundial con uso de razón.
La fase de grupos fue solventada con total facilidad. Sudáfrica, Arabia Saudí y Dinamarca sucumbieron ante un equipo sólido y con pegada. Henry jugó poco, pero dejó su sello con sus únicos tres goles. David Trezeguet, Lizarazu o los míticos Petit, Djorkaeff y Dugarry fueron los otros goleadores. Un tal Pires, joven todavía, demostraba su valía con la selección en sus minutos. Sin problemas, Francia ya se encontraban en la fase eliminatoria.
El rival que dejó fuera a España, Paraguay, era el rival de los galos en octavos de final. Quizá el partido más difícil o, por lo menos, más dudoso de ellos. Tuvieron que llegar hasta la prórroga para que ese punto de veteranía, hecho realidad en Laurent Blanc, marcara el gol de oro. Su beso en la calva de Barthez le había dado suerte. Esta vez, él fue el heroe.
Italia esperaba en Saint Denis. Un rival duro, muy duro, en cuartos de final. Otra vez se llegó a la prórroga y, además, a la tanda de penaltis. Como decimos, todo estaba alineado para un buen final y la suerte sonrió al gallo. Esta vez, Barthez triunfó y Blanc marcó el último lanzamiento. Un rival menos y el objetivo de la final cada vez más cerca.
La revelación del torneo, Croacia, con Davor Suker a la cabeza se había plantado en las semifinales después de eliminar a Alemania. Saint Denis, otra vez, fue testigo de la tarde más bonita de Liliam Thuram. Sus dos goles dieron la vuelta al tanto inicial de Suker. El central de Francia había metido a su equipo en la final del Mundial. Mejor dicho, en la final de Su Mundial.
Qué mejor colofón que en la final esté Brasil. Y así fue. Era el día señalado, el lugar señalado y el estadio señalado. Saint Denis vería la gloria. Tocaría el cielo con su equipo. Al ritmo de un chico con claros signos de alopecia, Francia brilló. Supo apagar el amarillo de Brasil para ganar contundentemente. El maestro Zidane llevó en volandas a su equipo y Petit cerró el marcador. Tres a cero. Y Francia levantó el trofeo más deseado. En su casa y con los suyos. A los demás también nos hicieron disfrutar. En el recuerdo de los aficionados quedará ese Mundial que vió nacer a una generación fabulosa. Pocos quedan ya en activo, pero siempre recordaremos aquel equipo.
4 comentarios:
Hola,
Qué grande aquella selección. Y ahora se han clasificado por los pelos, por no decir por las manos, para Sudáfrica 2010. No es fácil encontrar una generación de jugadores tan buena como la de Francia 98. Creo que la selección gala necesita una renovación total y empezar un nuevo ciclo para buscar nuevas gestas.
Saludos!
Gran Mundial aquel con una Francia mayúscula. No llegarán posiblemente a ese nivel en mucho tiempo.Saludos desde www.comofutboldeplaceta.blogspot.com
Yo me acuerdo de pocas cosas. De lo que me acuerdo es de la derrota ante Nigeria.
Saludos desde La Escuadra de Mago
Muchas gracias a los tres por dejar vuestro comentario y leer la entrada. Yo también pienso que Francia necesita una renovación y, precisamente, ahora se encuentra en ese cambio. Entran nuevos jóvenes y se van retirando los veteranos.
Nico, yo también me acuerdo de los goles de Hierro y Raúl y aquel fallo de Zubizarreta. Empezar perdiendo en un Mundial nunca es bueno.
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