Que el resultado terminase en un contundente 6-0 a favor del Fulham se puede explicar a raíz del primer gol del partido. Un error prolongado de un defensa del QPR, Luke Young, facilita tantos espacios a su rival que éste termina por aprovecharlos. No se había cumplido el minuto dos de encuentro y los de Craven Cottage ya iban por delante en el marcador. Mousa Dembélé fue el protagonista, el jugador que desequilibró la balanza de un rival y que a su vez desorientó toda la zaga enemiga.
Un movimiento sencillo: pared y desmarque. Luke Young peca de ambicioso y se traga el amago, lo deja en una situación embarazosa y queda por detrás del balón cuando tenía ganada la posición. Dembélé encuentra a Andy Johnson y éste le cede la pelota al primer toque. Rival eliminado, siguiente decisión.
La carrera es en dirección a la portería contraria. Dembélé conduce y lleva a su espalda a Young. Con su suspiro en la nuca, el belga opta por tirar otra pared, la segunda en veinte metros, que descoloca nuevamente al jugador del QPR y vuelve a dejar en una posición favorable al atacante del Fulham.
En el borde del área, Dembélé ha perdido a su defensor, encuentra un pasillo paralelo a la frontal y se perfila para el disparo con la izquierda. Entre líneas se encuentra Andy Johnson, que asistió la primera pared de la jugada, y se lanza endiablado hacia un posible rechace, que finalmente termina llegando, de Kenny. Mientras tanto, Luke Young, todavía sin encontrarse, eternamente perdido durante los segundos que dura la jugada, mira cómo llega el delantero del Fulham, se adelanta a él y hace el primer tanto del partido.
Muy sencillo, se llama concentración defensiva. Es el 1-0, lo que fue el desencadenante del 6-0, la primera victoria del Fulham en esta temporada.
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