Ramires, 1987 |
En ocasiones parece un intruso de una alineación que no le pega demasiado. Cuando los demás van a paseo, Ramires decide cambiar de ritmo de forma imprevisible. En esto de manejar el balón tampoco es el mejor pero ahí sigue, inamovible para Di Matteo. Si Ramires arranca con espacios, sus virtudes encuentran oxígeno. Y si el técnico decide cambiar los roles de sus jugadores, él se adapta sin problemas hasta el punto de estar rindiendo incluso escorado en una banda, aprovechando su intensidad y verticalidad en el campo. El puesto es suyo y su importancia en el Chelsea se mide en la cantidad de minutos que ha disputado (ha jugado todos los encuentros eliminatorios en esta Champions League) y, por tanto, apunta directamente a ser de la partida en el choque de vuelta.
A su manera y con sus defectos, más escondidos en su nueva versión de volante, la temporada de Ramires no es mala. Cubre las cosas que peor sabe hacer y terminará el curso con aproximadamente una decena de tantos. Uno mira la plantilla del Chelsea y se pregunta quién podría entrar en la posición del brasileño. Están Malouda o Sturridge, una vez que Kalou ha reaparecido de la nada. Hasta la fecha, Ramires no es discutible en el once y cumple con nota (gran eliminatoria contra el Nápoles y desactivó a Bale en la FA Cup) desde que ha encontrado acomodo en uno de los laterales del campo.
En la final de la Copa de Inglaterra y a un paso de la de Champions League, todo lo que sea no ver a Ramires en el once titular de esta noche, sabiendo el espacio que concederá el Barcelona en un Camp Nou que se adapta a la amplitud que demanda el portugués, será una sorpresa para todos.
En la final de la Copa de Inglaterra y a un paso de la de Champions League, todo lo que sea no ver a Ramires en el once titular de esta noche, sabiendo el espacio que concederá el Barcelona en un Camp Nou que se adapta a la amplitud que demanda el portugués, será una sorpresa para todos.
2 comentarios:
Lo clavaste.
El se ganó el puesto
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